En España hay muchos pueblos deshabitados, el abandono del campo es un proceso que se desarrolla lento pero inexorable, y cada vez más vemos como la vida rural va desapareciendo. Las nuevas generaciones en general, no han tenido la oportunidad de participar, o al menos ver esa vida rural, dura y amable a la vez.
Visitar una granja se ha convertido así en otra forma más de ocio, probablemente para suavizar la desconexión que tenemos con los pueblos pequeños en los que aún se mantienen sus tradiciones.
Al finalizar este verano, aprovechando los últimos días de buen tiempo y suficientes horas de sol, 2 familias nos acercamos a una granja que organiza visitas, situada en un pueblo cercano a Pola de Laviana, Asturias. La idea era que nuestras hijas, que son amigas y las dos muy amantes de los animales, se relacionasen con cerdos, cabras, ovejas, gallinas, burros, caballos y vacas. Y he de decir que resulto ser un día muy agradable. Es un sucedáneo, desde luego, pero algo es algo.
Amaneció con niebla, pero la previsión del tiempo era buena y a lo largo de la mañana el cielo se fue despejando. A las 12 del mediodía salimos hacia la granja, nos esperaban a las 12.30 h.
Tras aparcar el coche y reunirnos con la otra familia, comenzó la visita guiada.
Fuimos a ver a los cerdos, y tenían preparados 2 biberones para alimentar a un par de cerditos bastante inquietos al ver que llegábamos con la comida. Nuestras hijas se presentaron voluntarias, y en cuanto les enchufaron el biberón dejaron de moverse en el acto.
A continuación fuimos a ver a las gallinas y gallos. Una de ellas, supongo que acostumbrada al trato con las visitas, comía el grano que le daban mientras mi hija la sostenía en brazos.
Nuestra guía me propuso ponerme a la gallina en el hombro mientras yo le ofrecía el maíz en mi mano, y tan ligera como una pluma, comió muy contenta sobre mi hombro derecho.
La siguiente visita fueron las cabras, que nos recibieron encantadas al vernos llegar con el cubo de la comida.
A continuación fuimos a ver a las ovejas, que nos rodearon y acompañaron hasta la cuadra. Las alimentamos y nos seguían a todas partes, hasta que salimos de su zona.
Mi hija y su amiga se acercaron a un burro y pasearon un ratito sobre él.
En la cuadra pudimos ver una vaca, un ternero y un caballo. No salieron nada bien estas fotos, por cierto.
En el grupo teníamos a un pequeñín de 2 años, que en cuanto vio el tractor, se puso como loco de contento y la guía tuvo la amabilidad de subirlo en él y dar un pequeño paseo.
Tras hora y media de visita por la granja, llegó la hora de comer. Llevábamos la comida de casa y en la parte del merendero que tiene techo, comimos. Tienen una pequeña barra de bar y nos sirvieron la bebida, y además pudimos degustar un postre estrella, arroz con leche, con su azúcar requemado y todo ¡delicioso!.
Pasamos una buena tarde, mientras las nenas paseaban y probaban unos columpios de tela enganchados a las ramas de los árboles, y el peque, descubrió una casita infantil que fue su entretenimiento durante horas.
Hola Ana ¡Que paseo más lindo! Es muy cierto lo que dices, lamentablemente la forma de vida rural ha ido desapareciendo con el paso de los años. Por lo mismo me parece genial intentar no perdernos de estas experiencias junto a la familia. A los niños les hace muy bien estar en contacto con la naturaleza. Siempre se puede encontrar un lugar para disfrutar de los animales y de la vegetación. Estar en un lugar así es como hacer una pausa necesaria. Tomar un respiro y renovar las energías. La mente y ele cuerpo lo agradecerán. Gracias por compartir las fotografías. Besitos.
ResponderEliminarEscaparse a espacios naturales para mi también es una pausa necesaria. De pequeña pasaba temporadas en un pueblo y lo disfruté mucho. Mi hija ya no tuvo esa suerte, y es una pena, porque el día de la granja se lo paso muy bien.
EliminarNo suelo subir a la red fotos propias ni de mi familia pero con lo de la mascarilla tienes algo más de privacidad, y hoy al ver las fotos de esa jornada me apeteció mucho hablar de la experiencia y ponerlas para acompañar.
Gracias a ti por pasarte y por tus palabras, un besito.
Hace ya algún tiempo, tres amigos nos propusimos montar una granja -todos éramos urbanos- cuidando animales y la tierra. Yo trabajaría en un instituto -había sacado las oposiciones- y mis dos amigos estarían en la granja. Cuando estás en una granja, los animales dejan de tener romanticismo: las cerdas tenían nombre pero eran cerdas, las cabras que había que ordeñar sin especial sentimentalismo, los conejos que vendíamos, las gallinas que daban huevos, los perros que se nos comían los pollitos, el chivo que me esperaba cada mañana para darme topetazos... La vida en el campo no es romántica, es muy dura, no hay vacaciones y siempre se vive en el límite. Tras tres años de vivir en la granja me di cuenta de que no era lo mío y me volví a la ciudad. Recuerdo, eso sí, los nombres de nuestros primeros animales, algo que era un detalle que ningún granjero daba a los suyos. Los animales son animales en la vida rural. No servíamos para aquel tipo de vida que es muy sacrificada y no tiene horarios. Sin duda, os han dado una visión para gente de ciudad, pero la realidad es otra. Un abrazo, Ana.
ResponderEliminarTe doy la razón en que ese tipo de vida es dura, mucho sacrificio y nada de romanticismos porque siempre hay mucha faena. Yo tengo un recuerdo agradable de la vida de pueblo porque era una niña y disfrutaba de lo lindo, pero cuando la gente abandona los pueblos es por algo.
EliminarEste tipo de ocio es para gente de ciudad, sin duda, con el móvil para la foto de recuerdo y pasar una tarde diferente. No obstante, salir de la rutina diaria y que nuestros hijos conozcan otra forma de vida no está mal, la guía que nos acompaño hablo también de las asperezas del trabajo en la granja, aunque vivirlas es muy diferente.
Un abrazo Joselu.
Menos mal que aún quedan algunos centros a los que poder llevar a los críos para que vean en vivo lo que es la vida rural.
ResponderEliminarAbrazos.
Si, es una suerte. La guía nos contó que lleva bien esa vida a pesar de los madrugones y el esfuerzo, enorme, de mantener la granja, ella y su marido son jóvenes, supongo que eso también es para tener en cuenta. Al acabar la visita, estuvimos hablando un rato y nos comentaba que ella y su marido una vez al año se toman sus vacaciones, tienen la suerte de tener a alguien que se ocupa ese mes de lo más básico, y se van a recorrer mundo. Han viajado mucho y nos contó curiosidades de algunos de sus viajes.
EliminarUn abrazo.
Qué bonito reportaje, Ana. Ver algo así en estos tiempos que padecemos, como que te hace respirar puro y profundo…
ResponderEliminarUna vida dura de esfuerzo y trabajo de sol a sol, pero la salud mental creo que lo compensa. Estos días se suele hablar mucho de esta otra opción de vida, precisamente por los encierros y la falta de estar en contacto con la naturaleza. Me parece una muy buena iniciativa esta experiencia, sobre todo para los niños. Aunque estoy convencida de que más de uno cambiaría el estrés de la ciudad y el asfalto, por un pedazo de tierra por muy duro que fuese trabajarla. Aunque como ha comentado Joselu más arriba, está claro que hasta para eso uno tiene que servir, y gustarle lo suficiente para entregarse en cuerpo y alma.
Mil gracias por compartirlo, querida amiga.
Abrazo grande, y muy feliz noche 💙
Ver las fotos me hizo olvidarme un poco de la situación actual, sí. Hay más vida que la realidad deprimente del virus y de la lucha política.
EliminarCambiar el estrés de la ciudad por el esfuerzo físico del campo puede ser una buena opción según las circunstancias. Pero dado el abandono progresivo de los pueblos queda claro que no es nada fácil. Desde fuera se ve tan bonito, pero supongo que no todos valdríamos para sacar ese tipo de vida adelante.
Al final, mi hija, su amiga y el pequeñín, disfrutaron de un día diferente y eso fue lo mejor de todo.
Gracias a ti por acercarte y compartir, te mando un gran abrazo.
Hola Ana me alegro pasaras un día tan agradable junto a tu familia, es hermoso apreciar la naturaleza.
ResponderEliminarUn abrazo amiga sigue siendo feliz
Fue un día agradable, sí. E intento ser feliz, si no lo hago hoy ¿cuándo lo voy a hacer?.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, un besito.
Es muy buena la idea de acostumbrar a los niños, a los jóvenes, a lidiar con cerdos, cabras y burros... los van a encontrar a montones.
ResponderEliminarUn curioso día de relajante actividad.
Abrazos.
Pues si, jajajajajaja se encontrarán fauna variada, seguro.
EliminarQué combinación más sorprende "relajante actividad", y es exactamente lo que fue.
Abrazos Pitt.
Hermosa esa salida Ana!!! Con los niños del jardín de infantes vamos todos los años y resulta una experiencia preciosa, ya que no todos tienen contacto con estos animalitos y hoy en día ,menos, ya que los paseos de campo tampoco son frecuentes y muy pocos tienen animales en sus casas, tantos niños en departamentos que apenas dan lugar para una mascota pequeña. El contacto con ellos, darles de comer, ver que son inofensivos y productivos para el hombre, resulta sumamente interesante, y además degustar algún postre o comida completa el dia!! Gracias por compartir esta entrada tan linda y en familia!
ResponderEliminarMe imagino que llevar a niños tan pequeños a ver los animales de granja tiene que ser toda una experiencia. Es una jornada que se sale de lo cotidiano, y niños y adultos podemos disfrutar mucho si te atrae esa forma de vida.
EliminarGracias a ti por compartir tu experiencia, un abrazo Eli.
Qué tiempos estos que hay que ir a ver la naturaleza y las granjas como si fuesen museos. Yo hice el cupo en mi infancia, aprovechando los veranos y las vacaciones. Pero me alegro de que existan estos lugares y la gente urbanita de hoy día que no ha conocido el ambiente en su vida pueda ir a verlos siquiera de visita. Ya veo que disfrutasteis. Tienes controlada a la gallinácea en tu hombro. La próxima vez prueba con un ave rapaz, si te atreves.
ResponderEliminarHan cambiado mucho las cosas en las últimas décadas y para muchos niños el contacto con animales se reduce a las mascotas. Así, este tipo de granjas con visita guiada cumplen una función que hace años parecía inconcebible.
ResponderEliminarLa gallina en el hombro no molesta nada, al contrario, me pareció graciosa y muy ligera. Y aunque puedo ser a veces atrevida, lo del ave rapaz son palabras mayores, jeje.
Es muy lindo que los ninos
ResponderEliminartengan su mascota, que esten
en contacto con la naturaleza,
me parece una gran idea.
Besitos dulces
Siby
Yo pienso lo mismo, el contacto con la naturaleza nos hace bien.
EliminarUn abrazo y Besitos Siby
Ya hace días que deseaba pasarme por aquí, pero el tiempo ultimamente me come.
ResponderEliminarAunque nací en ciudad, soy más de pueblo que las amapolas. En cuanto puedo me escapo a mi refugio en un valle precioso de Cantabria, con las vaquitas, jajaja Es otra manera de disfrutar la vida, el tiempo parece que pasa más lento, y eso hace que nosotros mismos desaceleremos y nos podamos dedicar a vivir.
Me gusta tu blog, así que por aquí me quedo.
Un abrazo.
Entiendo bien lo que dices, estar en plena naturaleza te serena y hasta ves la vida de otra forma, más sencilla tal vez.
EliminarGracias por pasarte, y por tus palabras. Un abrazo.
Un día bien bonito, en familia, con animales y con un paisaje realmente precioso. Lo que a mí me hubiera gustado de pequeña... Los animales tienen algo mágico.
ResponderEliminarMe alegro de que disfrutárais y nos lo contagies
Besitos :)
Ne alegro de que te guste, hoy precisamente que leí tu poesía me hizo sentir bien, hay emociones que contagian, sí.
EliminarGracias por tus palabras, un besito.
Ay, Ana. Me has llevado a mi lejana infancia, con mi burrito negro, mi diente roto en mis primeros intentos de amazona, de mis pollitos juguetones... de mi prado de amapolas y margaritas silvestres...
ResponderEliminarQué añoranza...
Muchos besos.
Hemos tenido la suerte de vivir ese tipo de infancia, con su belleza y accidentes varios, en esa época abundaban las aventuras, y había de todo.
EliminarUn besito Soco.
Entrañable experiencia, para jóvenes y adultos, visitar una granja como la que describes, fotografías, aquí. y sería muy provechoso, para visitantes y granjeros, que estas visitas se generalizasen más. El recorrido que haces de todo ello, es apetecible.
ResponderEliminarLlama la atención, no tanto la gallina sobre el hombro, cual papagayo rústico, jajjajajajaja... (mis disculpas, no he podido evitarlo), sino el hecho de que quien la sostiene sea la joven de 51 años autora de este relato! Sorprendente!
Abrazo de nuevo.
Jajajajajaja, me encanta lo del papagayo rústico ¡qué bueno!. Supongo que es la típica foto que hacen a los visitantes, te ponen una gallina más buena que el pan sobre el hombro y te convierten en pirata a lo asturiano en un momento jajajaja.
EliminarEs un placer conocerte, que tengas una estupenda tarde de domingo. Abrazos.
aaaayyyy mira k divinaaas mama ;) ajajaja hermosas!
ResponderEliminarPues sí, esas fotos me recuerdan un día de lo más agradable.
EliminarBesitos!!