"NO HAY UN CAMINO QUE LLEVE A LA PAZ, LA PAZ ES EL CAMINO" M. GANDHI
Trátate a ti mismo de la manera que quieres que te traten, no esperes que alguien te dé lo que tú no eres capaz de darte

viernes, 21 de abril de 2023

En las nubes



entre dos espacios

esta imagen corresponde al reto de Ginebra del mes pasado y dio lugar a este cuento


Desde niña Estrella tenia un sueño recurrente en el que podía volar. A veces iba ras del suelo, otras por encima de los tejados e incluso sobre las montañas. Era algo extraordinario y siempre tenía lugar a primer hora de la mañana, justo en el momento en el que se encontraba entre el sueño y el despertar, por lo que podía tomar las riendas y moverse en ese escenario hacia donde quisiese a voluntad.

Nunca había hablado con nadie de ese sueño, era tan habitual desde que tenía memoria que le parecía de lo más normal. Pero un día le sucedió algo un tanto peculiar, despierta, bien despierta, cerro los ojos y echo a volar como lo hacía en sueños. Estaba mirando hacia unas montañas que veía todos los días a través de la ventana de su cuarto y cuando quiso darse cuenta estaba rodeada de árboles y prados, y podía seguir caminos serpenteantes sin notar sus pies en el suelo, por alguna razón había traspasado los límites de tener que estar dormida para viajar como si fuese un ráfaga de aire, sin apenas densidad. 

Lo que comenzó como un suceso anecdótico se convirtió en algo bastante frecuente. Cuando se sentía cansada, ponía a reposar su cuerpo en una vieja silla de oficina con respaldo reclinable y tras cerrar los ojos, sentir su respiración acompasada y hasta los latidos de su corazón, en poco tiempo se volvía etérea. Soltaba todo lastre y ligera como una pluma se entregaba a un paseo nada convencional.

Los años se fueron sucediendo y los paseos aéreos eran más o menos habituales según las épocas, pero seguía sin hablar de ello con nadie. En una ocasión en la que se sentía radiante tras un viaje en el que se había elevado casi hasta las nubes, una amiga de confianza le comentó que tenía un aire distinto, se la veía especialmente feliz. Y en medio de la conversación, sobre un asunto un tanto serio por cierto, a Estrella se le ocurrió que igual era hora de contar ese secreto, si ella lo podía hacer seguramente los demás también y tal vez a su amiga le apeteciese intentarlo. Trato de encontrar en su mente las palabras que explicasen algo tan poco convencional y en ello se debatía cuando amablemente su amiga le pidió que la escuchase, se notaba demasiado que no estaba en la conversación. Bueno, en algún momento en el que hablemos de sueños se lo diré reflexionó y no volvió a pensar más en ello.

Una mañana en la que Estrella se encontraba especialmente hastiada de luchas y conflictos varios que no tenían nada que ver con ella aunque de alguna forma la salpicaban, se acomodo en la vieja silla y respirando hondo, decidió ir más lejos, hacia las nubes e incluso más allá. Ese día abrió una puerta que ya no pudo cerrar, todo el espacio quedo despejado y pudo sentir la libertad de ser una auténtica corriente de aire, carente de límite alguno en su deambular. Sintió el roce de las nubes en su cara, como una caricia, el saludo alegre del sol y hasta la conversación animada de los pájaros que aunque no la entendía, podía intuir lo que se decían unos a otros. 

Comprendió a partir de ese momento que su auténtico ser salía de su cuerpo y que podía hacerlo a voluntad y en cualquier momento. Era un regalo tan maravilloso, que experimentar esos viajes en el día a día le proporcionaba mucha paz, a su alrededor todo parecía estar cada vez más convulso y notaba  cada vez más la imperiosa necesidad de desconectar. Así que un día, con plena convicción, tomó la decisión de transitar ese otro camino, había estado semanas reflexionando sobre ello y finalmente lo vio claro y empezó los preparativos para ese vuelo que sin duda era el viaje de su vida.

Todas las noches hacía un repaso mental en busca de lo que pudiese quedar pendiente tras su partida, no quería darse cuenta demasiado tarde de algo que debería haber dicho o hecho y pacientemente repasaba la lista de lo que consideraba importante dejar como legado. Y al fin llego el día en el que Estrella consideró que había hecho todo lo que tenía que hacer. Era una tarde cálida de otoño, a última hora de la jornada, cuando el sol se despide y en sus últimos rayos envía su beso de buenas noches, justo en ese momento cerro los ojos y partió.

Se sentía ligera, como siempre, pero hacía tiempo que había reparado en una especie de cordón que la mantenía ligada a su ser físico y era hora de abandonar esa realidad y pasar a otra diferente, por lo que voluntariamente Estrella corto esa ligadura. Al instante, todo resplandeció ante su mirada, el sol se había puesto pero la claridad era excepcional y se sintió abrazada por una calidez que circulaba a su alrededor y a través de ella. Se elevo más que nunca hasta el punto de alejarse tanto que podía ver a su amado planeta como un astronauta, maravillada de semejante belleza. Y siguió explorando ese espacio nuevo, repleto de puntos de luz en una nada acogedora que hacía que su lugar de partida se convirtiese en un punto cada vez más lejano.


domingo, 16 de abril de 2023

Automatismos


imagen de palanca de cambios automática

  

La RAE define el automatismo como la ejecución de actos sin participación de la voluntad y desde hace tiempo observo que la automatización de procesos que se extiende por todo el mundo está alcanzando a las personas, que si no somos robóticas poco nos falta.
A menudo vivimos en piloto automático ¿para qué pensar? ¿para qué cuestionar? si nos lo dan todo hecho y listo para consumir, no es necesario indagar e ir más allá de lo aparente. Pero esta forma de ir por la vida nos hace fácilmente manipulables y al final no perseguimos nuestros propios sueños sino los de una corriente que nos arrastra. Y cuando nos sentimos frustrados, en vez de responsabilizarnos de nuestras decisiones solemos echar balones fuera para no aceptar que hay algo que no estamos haciendo bien. Y lo que es peor, esperar a que algo o alguien nos solucione la papeleta, supongo que por haber perdido la costumbre de llevar las riendas de nuestra vida, ya no sabes ni por dónde tirar. 
Hablo de mi propia experiencia pero estoy segura de que no es tan inusual. En un mundo tan globalizado como el actual no solo nos contagiamos de enfermedades raras, juraría que también de comportamientos que se extienden y arraigan en nosotros.

Me cuesta bastante salir de esos automatismos y dejar de hacer lo que hacen los demás cuando no me cuadra o no lo veo claro. Y además, cuando lo consigo por un tiempo prolongado, la brecha entre mi percepción y la del resto de personas que me rodean se hace tan grande que acaba por pasarme factura y vuelvo al redil durante un tiempo, para luego volver a rebelarme y comenzar otra vez el mismo proceso, qué cansino e inútil me parece a veces.

A temporadas me da por escribir en un diario, así cuando viene una crisis de las gordas, echar un vistazo a lo que he escrito me ayuda a comprender. Cíclicamente caigo en los mismos errores pero en ocasiones he llegado a tomar consciencia de dónde venía el problema y alguno que otro lo he superado. Darse cuenta de que esa situación ya la he vivido y ya la superé una vez, ayuda mucho para deshacerse de ella cuando vuelve a presentarse. Por eso y a pesar de todo, quisiera ser optimista respecto a esos automatismos de los que tanto reniego. Y supongo que escribir sobre ello en el blog refuerza esa intención de no rendirme, consciente de que fallaré y volveré a empezar de nuevo tantas veces como haga falta porque una vez que sabes que están ahí no los puedes ignorar.