"NO HAY UN CAMINO QUE LLEVE A LA PAZ, LA PAZ ES EL CAMINO" M. GANDHI
Trátate a ti mismo de la manera que quieres que te traten, no esperes que alguien te dé lo que tú no eres capaz de darte

domingo, 2 de febrero de 2025

tras el letargo



Una vez más participo en el reto que nos propone Ginebra para este mes de febrero.

El tema es la resiliencia y nos ofrece un buen repertorio de imágenes de Elly Livyana Ruslan.



imagen de Elly Liyana Ruslan


Sopla viento del sur, cálido como un aliento

viene juguetón y se enreda en mi cabello.

Cómo agradezco la libertad que me insufla este viento

y extiendo los brazos, dejando atrás el sufrimiento.


Cuantas lágrimas derrame en aquella cárcel blanca

blancas las sabanas, el suelo y las paredes.

Meses y meses a merced de una enfermedad rara

tempestad de dolor y finalmente una dura prueba superada.


Tras saborear la incapacidad, vuelvo a mover mis extremidades

mis brazos me responden, mis piernas también.

Vuelvo a retomar mi vida, con sus rutinas y andares

y ante mi se extiende un mundo de posibilidades.


Aquí en el lago que siempre he amado

los nervios y músculos que se han recuperado

responden con gracia, como si nada les hubiese pasado

he renacido de mis cenizas, he despertado de ese infeliz letargo.


Sopla viento del sur, cálido como un aliento

viene juguetón y se enreda en mi cabello.

Cómo agradezco la libertad que me insufla este viento

y extiendo los brazos, dejando atrás el sufrimiento.




domingo, 19 de enero de 2025

El legado


montañas
Imagen de aszak
https://pixabay.com/photos/nature-travel-exploration-outdoors-6722031


Un día más ha amanecido despejado y muy frío. Con temperaturas bajo cero agradezco esta casa que me cobija, herencia de mi padre que asimismo la heredó de mi abuelo. Puedo ver desde la ventana un paisaje blanco, los coches son como polvorones esperando la calidez del sol para deshacerse de esa capa que los cubre y en las calles casi desiertas, algunas personas se mueven con prisa supongo que para refugiarse lo antes posible al calor de cuatro paredes en esta gélida mañana de domingo.

La montaña se ha vestido de color verde oscuro. Me mira serena, tan imperturbable como siempre haga frío o calor. Me pregunto ¿Qué sentirá a través de sus árboles y arbustos, o de sus campos con escarcha y semillas durmientes? Un pensamiento cruza mi mente y me encuentro con la palabra permanencia, sin duda su legado es la perpetuidad. Qué concepto más enorme, tan inacabable como esas montañas que enlazan unas con otras hasta dónde alcanza mi vista.

Y también me pregunto ¿Qué permanecerá de nosotros en este mundo que habitamos cuando nos hayamos ido? ¿Aquellos y aquello con lo que hemos tenido contacto retendrá de alguna forma nuestro legado? Probablemente habremos transmitido algo con nuestras acciones y emociones a lo largo de décadas, aunque solo sean pequeños gestos. Hace unos días, mi hija se fue al instituto sin mi beso de despedida porque no puse el despertador y cuando abrí los ojos ya se había ido. Puede que no fuera consciente de ese detalle cuando cerraba la puerta y salía a la escalera, o tal vez sí, se lo tendría que preguntar.

Tengo la suerte de que mis padres están vivos y espero que por muchos años. De los ausentes, tengo algunos recuerdos de mis abuelos paternos y atesoro muchos de mi abuela materna que se fue hace décadas pero sigue ocupando un lugar especial en mi corazón. Me hubiese gustado conocer a mi abuelo, su esposo, de él solo puedo elucubrar por lo que me han contado o escuché a veces furtivamente cuando era niña. Seguramente el tiempo que pasé con mi abuela materna, mucho, es la causa de que haya dejado una huella importante en mi. Si pudiese hablar con ella estoy segura de que me diría que le hace feliz lo lejos que he llegado, los retos que he ido superando e incluso que hoy me pare a pensar en el legado que quiero transmitir. Mis muchas equivocaciones, algunas las veo con claridad ahora pero también mis aciertos, todo lo que me ha hecho llegar hasta aquí. 

Creo que honramos a nuestros fallecidos con esa chispa de amor que brota en nosotros al recordarlos, con una punzada de dolor en ocasiones, es una separación que nos cuesta asimilar. Y creo que ellos también nos honran, al comprobar que algunas de sus mejores semillas se han asentado y de alguna forma florecen en nuestros actos.

 


viernes, 3 de enero de 2025

Un sueño


mujer y flores blancas
Imagen de Ultra_Nancy
https://pixabay.com/es/photos/ni%C3%B1a-belleza-cuentos-de-hadas-2436545/


Fe decidió salir a pasear antes de la cena, la tarde había sido especialmente calurosa pero ahora una agradable brisa alborotaba sus cabellos, al fin comenzaba a refrescar. Parada en la entrada de la casa se le ocurrió que antes de salir a caminar podía cortar unas flores para adornar el comedor y se dirigió al jardín. Tenía muchos tipos de flores, algunas especialmente bellas: orquídeas, narcisos, lirios... . Notó que en ese momento su fragancia era muy intensa, seguramente el jardinero las había regado recientemente y ellas respondían liberando su perfume. 

Fue armando el ramo, tomando flores de aquí y de allá hasta que consideró que ya estaba terminado. Y justo cuando se proponía regresar a la casa, algo se le enredó en el pie y tropezó aterrizando violentamente contra el suelo. Todo comenzó a volverse borroso y una sensación de pesadez en la cabeza la envolvió, Fe perdió el conocimiento. 

Al volver en sí, se vio a si misma en una habitación que no conocía, estaba sentada frente a una ventana y mirando un cielo de deslumbrante claridad. Por alguna razón podía ver la escena desde cierta altura y asombrada se percató de que en su espalda empezaban a formarse unas alas blancas y brillantes como de nácar, que se iban abriendo y extendiendo mientras dibujaban irisaciones de muchos colores. Le parecieron tan bonitas e impactantes, igual de un metro o más cada una de ellas. Curiosamente, podía ver cómo se volvían etéreas al contacto con el respaldo de la silla, como si la atravesaran, pero sólidas y de porte majestuoso fuera de sus bordes. La estampa le pareció magnifica. Se preguntó a si misma ¿Qué me está pasando? ¿Qué hago aquí?. Todo era muy extraño pero más que miedo sentía fascinación, como si estuviese en un dulce sueño del que no deseaba despertar.

Se enfocó en el ventanal, un pato salvaje volaba a lo lejos a una altura considerable, también pudo ver a un águila de pequeña envergadura pasearse frente a ella. El animal, tras describir varios círculos se acercó al cristal y emitió un chillido enérgico justo antes de alejarse. Fe, que de pronto se percibía sentada en la silla, subió su mano derecha al pecho e inclino la cabeza sin saber bien el porqué. Tal vez ese encuentro era lo que estaba esperando porque a continuación con un movimiento grácil replegó sus alas y se levantó. Se encaminó hacia la puerta sintiendo que la belleza que adornaba su espalda comenzaba a disolverse como en una bruma pero no le importó. pues de alguna forma era consciente de que se trataba de un regalo efímero.

Apenas había dado unos pasos cuando de nuevo le volvió esa sensación de pesadez en la cabeza y entornó los ojos. Espirales de luz se movían a su alrededor y tuvo la impresión de viajar a través de un túnel luminoso en el que se encontraba muy a gusto. Deseaba con todas sus fuerzas que esa sensación no  terminase jamás, le parecía que nunca antes se  había sentido tan feliz. No obstante, no tardó mucho en comprobar que el túnel se acababa y que podía vislumbrar una escena al final del mismo. Desconcertada, se dio cuenta de que volvía a estar en su hogar, apoyada en una barandilla no muy lejos del jardín y con el ramo de flores en una mano. Lástima pensó, ha sido un sueño tan hermoso.