Isaac Devis: Fibonacci http://isaacdevispintor.blogspot.com |
Las calles estaban cubiertas de despojos de todo tipo que a veces tenía que sortear, y al fin llegó a la entrada de su hogar. Se encontraba en el lado norte y como la peor parte de la tormenta se la había llevado el otro extremo del pueblo, el edificio no estaba muy afectado, tan solo el tejado se veía un tanto destartalado. Entró y fue directa al desván, a primera hora ya había estado en casa para cambiarse de ropa y había comprobado que la primera y la segunda planta estaban bien. Subió pues al desván con cubos para atender las inevitables goteras que ya desde fuera se intuían. Todo el suelo estaba encharcado y le llevo casi una hora secar y dejarlo todo lo mejor posible. Agotada, solo pensaba en meterse en la cama, no había comido desde hacía muchas horas pero se conformó con un simple vaso de leche y a continuación se acostó.
Fueron casi tres meses de reconstrucción pero finalmente el pueblo acabó volviendo a la normalidad. Aya, que tuvo que reparar el tejado de su casa y algunos desperfectos en la joyería, hacia ya tiempo que había vuelto al trabajo. Tenía en su profesión cierta fama en la reparación de piezas de joyería antigua y de objetos con incrustaciones de metales preciosos, y dado que faltaban menos de dos semanas para la fiesta de San Valentín, se encontraba con mucha tarea por delante pues los encargos no solo le llegaban de su zona, también de otros lugares que tenían buenas referencias sobre ella.
Era tarde, faltaba menos de una hora para finalizar su jornada laboral y estaba dando los últimos toques a una cajita de plata con daños en un lateral cuando sonó la campanilla de la puerta. Salió al mostrador y vio a un chico de unos 16 años que miraba en el expositor una colección de anillos de oro con gemas varias. Le reconoció al momento, era el que había aparecido tras la tormenta y en cada ocasión en la que coincidían la examinaba atentamente. Parecía estar seguro de lo que quería y tras señalar un aro con incrustaciones de granates le pidió que se lo mostrara. A Aya le sorprendió bastante que tuviese interés en un anillo tan caro, dada su edad, pero él tras observarlo unos instantes se quedó convencido y le pidió que le grabase una inscripción. Aya iba a tomar nota cuando el chico le comentó que se lo regalaría a su novia mientras sacaba el dinero para pagar, y sin más, le preguntó por qué motivo ella se había cerrado al amor. Sorprendida e indignada a la vez, Aya levantó la cabeza y le contestó que esa era una pregunta ridícula y que quien demonios se creía que era. El muchacho esbozó una sonrisa triste y le pidió disculpas por el atrevimiento. Ella se relajó un poco, le cobró y le indicó que a la mañana siguiente podría pasar a recogerlo.
Cuando el desconocido se despidió deseándole buena tarde, volvió a la tarea de restaurar la caja pero no estaba de buen ánimo así que resolvió guardarla en un cajón y ponerse a grabar el anillo del chico con lo anotado "dulce amor". Hecho el grabado, seguía sin poder quitarse de la cabeza la insolente pregunta, además ¿por qué un desconocido al que doblaba en edad la observaba tan descaradamente, y cómo se atrevía a insinuar que ella rechazaba el amor?. Miró su reloj de pulsera, una delicada pieza que había heredado de su madre, era la hora de cerrar por lo que se levantó, se encamino a la puerta y una vez en el exterior se alejó con semblante pensativo. La brisa revolvía sus cabellos y le traía el olor del mar pues la costa no estaba lejos, normalmente encontraba agradables esas sensaciones pero en esta ocasión, el ceño fruncido evidenciaba su mal humor. Sin duda vivía volcada en su trabajo que le apasionaba pero tenía toda la vida social que deseaba, y aunque nunca había sentido ese flechazo del que había oído hablar, había tenido varios romances que ciertamente no habían llegado a nada, pero le daba igual, su vida estaba bien como estaba.
A la mañana siguiente se presentó en la joyería uno de sus mejores amigos con un reloj antiguo al que se le había desprendido una de las manecillas. Martín siempre sonreía, al menos a ella le parecía así, y solo con su presencia le contagiaba de buen humor. La saludó con un "buenos días preciosa" que era muy típico de él y Aya le correspondió con un abrazo. Martín le dijo que no tenía prisa y que si estaba muy liada con lo de San Valentín podía esperar el tiempo que hiciese falta, agradeciendo el detalle, ella le dijo sonriendo que en un par de días lo tendría, que no estaba especialmente ajetreada. En ese momento sonó la campanilla y el atrevido chaval entró y se quedo mirándolos, paseando la vista de uno al otro sin articular palabra. Martín visiblemente incómodo se despidió con bastante rapidez, esquivando al recién llegado de camino a la salida. A Aya le cambió la expresión de la cara, no podía creer que el crío fuese tan cargante, tomó la caja con el anillo, la introdujo en una bolsita y tras entregársela le dio las gracias.
La mañana fue transcurriendo entre alguna restauración que debía terminar, más algunas ventas, y Aya no podía dejar de pensar en la insinuación del desconocido, aún encontrándola absurda puesto que conocía a su amigo de toda la vida y jamás se le había declarado, no se le iba del pensamiento, Martín era realmente un amor. Decidió que un té le vendría bien y que iría a la confitería que había a escasos metros del local para traérselo y tomarlo en el taller. Iba tan distraída que al salir por la puerta chocó con una persona que pasaba en ese momento y que llevaba una gruesa barra de hierro que impactó contra su cabeza. Aya sintió que todo le daba vueltas y la sensación de que las piernas le fallaban.
Aya recibió el alta esa misma tarde, justo cuando Martín iba a acabar su turno, por lo que se ofreció a llevarla en coche a casa. Seguía rara, se la veía aliviada de salir del centro de salud pero había algo más, se comportaba de una forma diferente a la de siempre y Martín no era capaz de comprender lo que le sucedía. Al entrar en la casa, le sugirió que él podía hacerle la cena, vivía solo por lo que sabía arreglárselas perfectamente y a ella le habían recomendado descansar al menos un par de días. A Aya se le iluminó el rostro y le dijo que sí encantada, pero con la condición de que la dejase colaborar y de que se quedase a cenar. Estando ambos de acuerdo, prepararon en un periquete una crema de puerros y un revuelto de setas con jamón serrano con una pinta estupenda y se sentaron a la mesa. Fue una velada extraordinaria y Martín no daba crédito, notaba en ella tal acercamiento y esa complicidad con la que había soñado durante años, que en algunos momentos hasta le apetecía frotarse los ojos para comprobar que era real.
El tiempo pasó y nunca más se volvió a ver por el pueblo al muchacho al que Aya había invitado a salir de la tienda. Pero en ocasiones el misterioso desconocido le venía al recuerdo, entonces ella sonreía dándole mentalmente las gracias por su comportamiento osado, que aunque en un principio había malinterpretado sin duda había sido el detonante de algo grande, mucho más de lo que había podido soñar.
Creo que Aya, lleva puesto ese anillo.
ResponderEliminarBesos.
Pues no te lo creerás Alfred pero barajé la posibilidad de que al final le llegase el anillo y que lo llevara puesto con cariño hacia el chico que tanto la había irritado ji,ji.
EliminarBesos!!
No! ;)))
EliminarEntregado por Martín, por supuesto.
jajajajajaja el chico igual lo contrató Martín e hizo el papel de desconocido misterioso a la perfección!!
EliminarEn el amor, se dan cupidos como este muchacho que, empujó la relación de Aya y el enfermero. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarEn el amor hay tantos malentendidos, a veces podemos ver lo que no hay y otras no enterarnos de que alguien nos ama profundamente. Desde fuera sin duda se ve mejor y hay intervenciones que son milagrosas sí, ji,ji.
EliminarUn abrazo!!
A veces circulan en nuestras proximidades una suerte de intermediarios traviesos. No sé si sirve estar prevenido. Éros persigue a Psiqué permanentemente. Es su oficio.
ResponderEliminarBienvenidos sean esos intermediarios traviesos si persiguen un final feliz. Y lo de estar prevenido suele ser buena cosa aunque no siempre, a veces igual es mejor no dejarse llevar por esquemas preconcebidos.
EliminarNo conocía la historia de amor entre Éros y Psiqué y la he buscado, me gustan los relatos sobre mitología griega y ha estado bien conocer su historia, gracias Fackel!!
Los intermediarios traviesos, a veces pesados, nos acompañan como sombras. Conviene estar ojo avizor.
EliminarPues sí, a veces pueden ser pesados.
EliminarLa percepción cambia según la información que tenemos en un momento dado, no es raro que cambiemos los adjetivos si lo vemos con otros ojos.
Un abrazo Fackel!!
Ese beso en los labios fue lo que quedó de algo que pudo ser. La delicadeza femenina de Martin. Un cálido abrazo.
ResponderEliminarYo más bien diría que ese beso delicado abrió la puerta a lo que se estaba preparando, Aya pudo confirmar que Martín la amaba y como ella era feliz a su lado, ya estaba liada jajajajajaja.
EliminarTe mando igualmente un cálido abrazo!!
Precioso e intrigante relato hasta el mismo punto y final. Un relato de los que gusta leer, Ana. Escribes de maravilla.
ResponderEliminarFeliz noche.
Muchas gracias, sé que lo dices de corazón y me hace feliz lo que pones. Tenía que ser intrigante porque venía de una historia misteriosa y quería mantener esa línea. Tal vez dejé la puerta abierta a continuar relatando esa historia, no sé, tampoco me quería extender una barbaridad, me gustan los escritos cortos.
EliminarFeliz noche Enrique!!
Bueno , al
ResponderEliminarmenos se
reencontraron,.
entre tanta .
desgracia .
Sí, tienes razón, después del desastre con el comienza todo al menos a ellos dos les va bien.
EliminarUn besito!!
Creo que incluso tendrán descendencia.
ResponderEliminarPues igual, es una posibilidad que barajan muchas parejas.
EliminarBuena jornada Cabrónidas!!
qué bonita historia, ana!! el adolescente era una mezcla extraña entre tímido y atrevido. en cierto modo yo también soy así, aunque mi atrevimiento va por otros derroteros. jamás pregunto a ninguna chica sobre su vida sentimental, y menos aún opino sobre la misma. ;)
ResponderEliminarsupongo que aya reaccionó así porque el chico pinchó justo en su punto más vulnerable... lo de martín me lo puedo imaginar, también he tenido amigas que me han hecho tilín. un buen día, si se dan las condiciones adecuadas, se puede dar un paso más. esperemos que para ello nadie tenga que recibir ningún golpe en la azotea, aunque sí es así, bien está lo que bien acaba. :D
besos, ana!!
Me alegra que te haya gustado, los adolescentes pueden ser muy sinceros, y molestos jajajajajaja lo digo por mi experiencia con mi hija. Tú tienes la delicadeza de no molestar si no te piden tu opinión, por norma general es lo más sensato.
EliminarY a veces es complicado darse cuenta de que puede haber un amor inconfesable tras una amistad, esas cosas pasan. Lo del golpe en la azotea se me ocurrió de repente ji,ji, por agilizar la historia que ya tenía claro como iba a acabar, final feliz, ya sabes como soy.
Buen día y besos Chema!!
Me gusto mucho tu relato. Te mando un beso.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado J.P.
EliminarTe mando de vuelta un abrazo y besos!!
Jajaja ¡sería el Dios Cupido materializado en humano! Jajaja me refiero al chico joven. Es verdad que a veces necesitamos un buen porrazo para enterarnos de lo que tenemos delante o lo que nos ocurre en realidad, incluso para valorar lo que de otra forma no valoramos. Muy bonita tu historia, además está muy bien hilada con la anterior, así, poquito a poquito, en cómodos plazos y por fascículos encuadernables puedes ir escribiendo tu novela ; ) mil gracias por este ratito cielo, un beso grande, pero así, suavecito, como el de Martín, que tu día sea igual.. suave : )
ResponderEliminarCuánto me alegra que te haya gustado. Se supone que Cupido ha hecho de las suyas incontables veces ji,ji. Lo del porrazo es un poco bestia jajajajajaja supongo que trataba de expresar que a veces la vida te pone delante una situación con férrea insistencia.
EliminarNo tengo la constancia necesaria para escribir una novela, lo hago por el impulso del momento y llego a un punto en el que ya no me apetece alargarlo más, probablemente soy la antítesis de una novelista ji,ji.
Y no hay de qué, distraerse leyendo algo que por un rato te saca de lo cotidiano es algo que me agrada cuando os visito y si puedo corresponder, feliz que lo hago.
Me gusta lo del beso suavecito, me parece que muy buena idea lo de bajar pulsaciones, así que para ti otro beso suave, con cariño!!
Me encantan las historias de amor. Un beso
ResponderEliminarA mi también, todo lo que rodea a esas historias tiene para mi mucho atractivo y puestos a elegir, me gusta que el amor triunfe.
EliminarUn beso Susana!!
Great blog
ResponderEliminarMuchas gracias Rehana, me he acercado al tuyo y me ha gustado leer tu última entrada.
EliminarBesos!!
Un pueblo con mucho amor... Bonita historia y Aya, un nombre que desconocía, suena bien
ResponderEliminarUn abrazo
Cuanto me alegra que te hayas pasado Ángel, en los pueblos los vecinos se ayudan, o al menos antes era así, espero que no haya cambiado. Lo del nombre de Aya pensé que me lo había inventado, pero luego me dio por mirar y resulta que existe, no hay nada nuevo bajo el sol ji,ji.
EliminarTe mando otro abrazo, buena tarde!!
Me has hecho viajar en el tiempo... a otros mundos que conocí. Cuando todo no era tan frío como ahora.
ResponderEliminarBonita historia de amor.
Besos.
Cuanto me alegra lo que comentas Toro. Es cierto que la frialdad parece que lo contagia todo pero hemos conocido la calidez y eso ayuda a que no cerremos esa puerta.
EliminarTe deseo un buen fin de semana Toro, besos!!
Creo como tu, en esos ángeles que irrumpen en los destinos de las personas. Me ha gustado tu escrito y mil gracias por usar mi pintura
ResponderEliminarFuerte abrazo
Isaac
Desde luego, hay ángeles que caminan a nuestro lado y son inspiradores. La historia que inventé tiene algo de verdad, siempre hay algo nuestro en lo que escribimos, incluso en los relatos ficticios. Me alegra muchísimo que te guste y tu pintura es una maravilla, esa espiral que es la vida y que también asocio a Fibonacci con su patrón numérico que está por todas partes. Yo sí que te agradezco que me dejes usar tu obra para expresar mejor lo que quiero transmitir.
EliminarUn fuerte abrazo Isaac y muchos besos!!
Joder, Ana, yo tengo una tara, porque lo que he extraido es que el chaval de dieciséis años era un capullo que le dio con una barra de hierro a la mujer para que espabilase. Así mataba varios pájaros de un tiro, a saber: 1- por un lado acababa teniendo razón, 2- ella le caía mal, pasaba totalmente de él, 3- así pagaba el favor a Martín, un favor misterioso que no nombras pero te puede dar juego.
ResponderEliminarAhora ya en serio: la idea del texto es buena, pero se ve algo forzada en algunos puntos, sobre todo no logro hilar la introducción con el resto de la historia, y lo de la barra de hierro que lleva alguien pues no sé... imagínate que alguien lleva una barra de hierro y tú tropiezas, lo que pasaría es que igual te dolería un poco y la persona que la lleva se giraría un poco. Estas cosas que te comento que pueden parecer insolentes, me habría gustado que me las comentasen a mí en algunos momentos. Fíate si quieres de la gente que te dice que todo es bonito (incluso espectacular), eso ya es cosa tuya. Yo te digo lo que te digo porque te respeto.
¡Un beso en una uña!
Y no te enfades. O sí.
EliminarPues igual el chaval le dio el bombazo, no lo descarto ji,ji. Me das muchas ideas para continuar dando alas a esta historia, lo tendré en cuenta.
Este relato es la continuación de otro anterior que acaba con el pueblo arrasado por una gran tormenta así que empecé por ahí para retomar la historia. Y lo de la barra de hierro fue para provocar ya el final, lo de la introducción me hizo alargar mucho la historia y tenía que provocar algo que agilizase el final que ya tenía en mente, un poco fuerte sí, jajajajajajaja.
Me encantan las críticas, salvo que haya una clara intención de ofender. Tal vez suene extraño pero he aprendido más de las críticas de lo que se puede pensar, incluso sin compartir el punto de vista en cuestión siempre dicen algo, eso que otros ven y tu no.
Y te agradezco lo del respeto, aunque eso no evita que pueda tardar en acercarme a tu blog, lo estás convirtiendo en un espacio para masoquistas, no pretendo ofenderte, es así como lo veo últimamente.
jajajajajajaja con lo del beso en la uña, rizas el rizo, a ver que se me ocurre.
Sin enfadarme ni intranquilizarme, te mando un beso eléctrico, manéjalo con cuidado, no es una barra de hierro pero va en la línea, he podido electrocutarme así que no digas que no te aprecio :)
A ver, Ana, mi blog es una puta mierda, eso lo sé, no pretende nada más que lo que me apetece cuando me apetece y a veces voy a entradas antiguas y me da la risa floja a mí solo, mira si soy gilipollas, jajaja. Y algunos comentarios también me hacen reír. Que pases o no pases por él es tu opción y yo no me meto, y reconozco que hay entradas para masoquistas, curiosamente son las que más comentarios tienen, jajaja. Muchos de nosotros, yo el primero, somos cerdos en potencia.
EliminarEn fin, al final lo que me importa es que me caes genial, y no lo digo por lo de una de cal y una de arena, sino porque te veo auténtica. Venga, un puturrú de fuá.
No puedo ponerme en tu lugar porque no veo tu blog, ni te veo a ti, como lo haces tú.
EliminarY también me caes bien, supongo que es obvio pues sin estar muy a gusto me he acercado muchas veces a tu blog y es por lo mismo que has dicho, se trata de tu visión no de lo que los demás esperan que escribas,
jajajajajajajaja compartimos las experiencias de los 80 y me has hecho reír con lo de puturrú de fuá, humor satírico inolvidable.
Cuando salgas a la mar no te olvides la toalla Sbm, muchos besos!!
Estupenda historia! Y precioso final, narrado tan delicadamente... (¡ y tan romántico!!)
ResponderEliminarComo en la primera parte, añades un elemento mágico, el chico, y queda muy bien, le da otra dimensión a la historia, le aporta un misterio. Eso me ha encantado.
Quiero darte las gracias por tu comentario en mi último cuento. Lo he retirado de momento, hasta que corrija algunas cosas que parecen confusas.
Me alegra que te pareciera mejor con el nuevo final. Es un gran placer que hayas leído ambos aportes; tu opinión me ayuda mucho.
¡Un gran abrazo!
Soy una romántica incorregible jajajajajajaja. Y me gusta la magia, hasta tengo la impresión de que a menudo está a nuestro alrededor aunque muchas veces ni nos enteramos. Me hace feliz que te guste el relato, precisamente porque yo también disfruto con lo que escribes. Tengo curiosidad por ver los cambios de tu última entrada, y lo de preferir el segundo final no te sorprendería pues soy muy amante de los finales felices. Creo que lo que pensamos y exteriorizamos tiene un impacto en la realidad, por ese motivo prefiero leer algo amable, que me deje una buena sensación.
EliminarNo hay de qué, es más, tu imaginación y tu sensibilidad posiblemente influyeron en que empezase a escribir estas historias.
Un gran abrazo Maite, qué tengas un espléndido día por delante!!
Me gustó la intrigante historia. Y pensé que al final vería a Aya con esa anillo porque el chaval sería un recadero de Martín 😁
ResponderEliminarNunna es tarde para encontrar el amor.
Buen seman Ana.
Un abrazo.
Nunca es tarde, es cierto. Y el chico bien podría ser un recadero de Martín pues se empeñó en que Aya abriera los ojos con mucha insistencia.
EliminarBuen comienzo de semana Laura, un abrazo!!
Si es que Cupido es travieso como él solo :-)
ResponderEliminarY se tanto presenta en forma de angelote con arco y flechas como en forma de jovenzuelo un poco impertinente pero dando igualmente en la diana...
Me encantan los relatos que rezuman fe en el ser humano y en la bondad de sus sentimientos, como la solidaridad, el amor...
Y te mando este abrazo
El travieso Cupido puede presentar muchas formas sí, ji,ji. A mi también me gustan los relatos que sacan los mejores sentimientos de las personas, de alguna forma te contagias y prefiero esas sensaciones.
EliminarTe mando un gran abrazo Bisílaba!!