Hace un tiempo, menos de 2 años, hubo un gran cataclismo en mi vida. Tenía una amistad muy cercana con una persona a la que parecía que todo le salia mal, no era feliz nunca. Y un día, un acontecimiento inesperado provocó una ruptura total de dicha amistad, y aunque fue el golpe de gracia de una época bastante desgraciada, resulto ser bastante liberador.
Sentí un alivio casi inmediato. Compartir muchas horas de tu vida con alguien que te recuerda a menudo la suerte que tienes porque tú eres más o menos feliz, mientras que ella es una victima constante del destino es un auténtico calvario.
Al principio me conformé con la sensación de libertad que me dejó dicha ruptura. Pero luego decidí indagar sobre el porqué algunas personas son tan infelices, y como es posible que condicionen tanto la vida de los demás.
Una vez recuperado mi optimismo y recobrada la capacidad de ver la vida con inocencia, y con gratitud por cada amanecer de cada nuevo día (soy una optimista incorregible, y durante demasiado tiempo decidí olvidar mi auténtico yo) me puse a investigar sobre el victimismo y el autosabotaje que algunas personas se hacen a si mismas, y de rebote a los demás.
Leí sobre algo que ya intuía, las gafas invisibles que te pones nada más despertar en la mañana, condicionan totalmente tu percepción de lo que va ser la jornada. Hay personas que se despiertan y sus primeros pensamientos son de preocupación, culpa, juicio... un rosario de sentimientos que nada bueno auguran. Ese suele ser el perfil de víctima que no levanta cabeza y nada le sale bien.
Descubrí que la preocupación debería de ser sólo una punzada, un breve instante que te tiene que impulsar a buscar una solución. Recrearse en ella no sirve de nada y hay que echarle coraje y buscar alternativas, mejores o peores, pero lo puedes intentar. Y si no lo haces te conviertes en víctima voluntaria, si no eres capaz de poner toda tu energía en una posible salida del atolladero en el que te hayas metido.
La culpa, más de lo mismo, tomamos las decisiones que tomamos en función de la información que disponemos en ese momento. Si luego descubres que te equivocaste, lo mejor es pedir perdón si es el caso, y rectificar, no hay otra.
El desconocimiento si exime de culpa, digan lo que digan las leyes. Te tienes que perdonar porque aprendemos equivocándonos, y sea más o menos grave la equivocación nada se gana sumándote al drama, sólo sirve para hacerlo aún mayor.
Y en cuanto a esa manía que tenemos de juzgar a los demás, es un sinsentido. Yo no calzo los zapatos de otra persona, no sé lo que puede pasar por su cabeza, y cuando juzgo y normalmente condeno, me estoy desestabilizando por algo que puede que ni siquiera sea como lo imaginé. Así que resulta igual de dañino que lo anterior. Complicado de erradicar, el juicio, pero si te lo propones lo puedes disminuir una barbaridad.
Todo esta información me sirvió para comprender que lo que sientes es lo que vives, si te sientes victima vivirás como una victima, y si te sientes capaz de salir adelante, sea como sea sales adelante.
Con esta perspectiva comprendí que al final tú eliges y que pensar que el destino dirige tus pasos es demencial. Me di cuenta de que yo soy la responsable de mi vida, capaz de decidir donde pongo el foco de atención y a que cosas le doy valor, sintiéndome más libre y más feliz que nunca.
He gastado buena parte de mi vida condicionada por lo que sucedía a mi alrededor, y así mi optimismo natural se oscurecía ante las desgracias propias y ajenas, a veces un poquito y otras un montón. Hablo ya en pasado, porque hoy por hoy intento mantener a raya el miedo, la culpa, el juicio, y todo lo que no me sirve y para encima me desequilibra.
En el mundo hay desgracias, si, y si puedo arreglarlo intento poner todo de mi parte para buscar una solución, y si no es posible o no depende de mi, acepto que no es posible hacer nada y lo dejo estar, consciente de que hago lo que puedo.
Escribo todo esto porque aunque sé que la mayoría de las personas que lo puedan leer les sonará a cuento de hadas, es posible que alguien se esté haciendo las mismas preguntas que yo me hice y que pueda encontrar alguna idea que le sirva.
No volvería atrás, a esa desvalorizada concepción de la vida, por nada del mundo. Hay muchos lastres que quitar para poder saborear la vida, y me estoy desprendiendo de todos los que puedo porque la vida es bella, y lo que crees lo creas, y no son palabras vacías, lo digo de corazón.
En un blog amigo se trata este tema desde otra perspectiva, muy interesante, dejo a continuación el enlace a estas dos entradas:
Qué interesante lo que expones, que rubrico sobradamente. He pasado por experiencias análogas. E interiorizado causas ajenas porque acaso no lo eran del todo. Por una parte llegas a la conclusión de que cada cual debe aguantar su vela, asumir su responsabilidad, vamos. Por otra, que echar o que nos echen una mano siempre debe ser circunstancial porque nadie es perfecto ni de hierro. En cierto modo nos utilizamos los unos a los otros, no lo olvidemos, y no lo digo en mal sentido, pero es que tampoco creo en los que se entregan tanto a los demás (esto habría que matizarlo, hay circunstancias y entregas) o alardean de ello, porque todo lo que hacemos tiene la trastienda de sacar nosotros también un cierto provecho, siquiera emocional, de sentido para nuestras existencias, etc. Interesante, ya te digo, se agradece leer testimonios personales y no solo de libro. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegro de que lo encuentres interesante. De repente sentí la necesidad de sacar este tema, supongo que porque ya lo tengo superado. El victimismo es algo tremendo, y las personas que viven inconscientemente en modo victima son demoledoras. Aunque al final, he de agradecer a esa vivencia algunos descubrimientos que quise compartir porque pienso que la información es clave para vivir mejor, y esa experiencia puede acabar siendo útil, no sólo para mi.
ResponderEliminarSuelo escribir por impulso, lo saco fuera y así ordeno mis ideas. Como bien dices, el provecho, si a alguien le sirve, es mutuo.
Gracias por pasarte, te envío un gran abrazo!!.
Tu visión AIAD es propia de una persona de natural optimista, pero ser optimista no es algo que hayas elegido, no es un mérito tuyo, no es algo que hayas producido. Simplemente, estás predispuesta al optimismo, en un carácter no sé si de origen genético o también influido por el ambiente en que te formaste. Del mismo modo, tener un velo que te haga ver todo oscuro no es fruto de tu elección, se te impone, sale de ti, no se puede luchar con ello, solo aprender a convivir con ello. Hay personas que tienen suerte, tal vez, y son optimistas y otras diferentes, como los hay altos y bajos, mujeres y hombres, inteligentes y menos inteligentes, y son pesimistas. No es una decisión que tomes al levantarte, no. Pero no envidio a los optimistas, uno de ellos fue nuestro malhadado presidente Rodríguez Zapatero. Hay quien piensa que es más adecuado prepararse siempre para lo peor para estar preparado, y no suponer que todo es positivo y tener expectativas demasiado rosas acerca de las cosas. Un cordial saludo.
ResponderEliminarPues si, somos como somos y no hay vuelta de hoja. Yo creo que lo importante, al final, es mantener tu esencia para que las cosas vayan como tú quieres que vayan. Demasiadas veces nos dejamos influir por los demás, aún cuando en nuestro interior sabemos lo que buscamos, pero pasamos por el aro sin querer hacerlo y luego nos sentimos mal.
EliminarEn fin, la vida es experimentar y en eso estamos. Muchas gracias por pasarte. Un abrazo.
Es cierto que hay personas pesimistas que pueden influir en ti negativamente al transmitir ese pesimismo constante que padecen.Y también es cierto que no siempre son la mejor compañía posible.Pero no siempre podemos dejarlos de lado para olvidar que en el mundo hay desgracias y calamidades que nos atañen a todos.Algunas de esas personas no pueden evitar ser así y muchas veces necesitan nuestra ayuda.
ResponderEliminarCoincido también contigo en que en la vida hay que intentar apartar los malos rollos y tratar de abrazar lo que merece la pena,aunque no siempre sea posible.El optimismo ante la vida es bueno pero en dosis adecuadas,Pasarse de optimista tampoco es la mejor solución,te puede aprtar de la realidad cotidiana y cogerte desprevenido.
Gracias por tu visita a mi blog,Ana.
Un abrazo
Gracias por tu visita. Pienso que tenemos que ayudarnos y apoyarnos unos a otros en la medida de lo posible. Pero también pienso que hay un momento en el que es necesario soltar aquello que te lastra. No puedes dar lo que no tienes y si alguien o algo te vacía la pérdida es mutua.
ResponderEliminarMe he dado cuenta de que si no puedes ayudar a alguien que vive en el pesimismo, cuando ya eres consciente de que no puedes sólo te queda alejarte, tal vez en algún momento vuelva a tú vida y las cosas sean diferentes.
En cuanto al optimismo considero que es un potente motor de vida y si te estrellas, te levantas mejor cuando no pierdes esa actitud, y hasta puedes dar gracias por lo que has aprendido. Sé que esta forma de pensar es algo rara, y la palabra en sí "raro" ya tiene una connotación negativa en esta sociedad a la que le gustan las cosas estandarizadas. Pero no puedo contemplar la vida con los ojos de otras personas, tengo los míos propios, y me he cansado de poner una venda para no ser diferente.
Un abrazo. Me emocionó muchísimo tu poema Dowm, bellísimo, en un momento me pasaré por tu espacio.
Corrijo, tu poema Golondrina, me quede con una idea que asocié al título.
EliminarSon temas con varias lecturas evidentemente, de quién sufre una situación azarosa que pueda adjudicar a la maldad de los dioses y no a su mal hacer en según que situaciones, pero y también hay quién simplemente ha tenido mala suerte esporádicamente o quizás de forma más reiterativa. Eso afecta a su entorno de diversas maneras, amigos que lo rehuiran por gafe y otros los menos, que se mantendran fieles a su lado, tratando de ayudarle a rehacerse. Pero claro nadie aguanta a la eterna víctima, que solo sabe lamentar su mala suerte, llorando en su casa sin salir a enfrentarse una vez más al eterno desafío diario que es vivir independiente.
ResponderEliminarUn saludo.
Ojalá se pudiese inyectar coraje a las personas que caen un día sí y otro también en el victimismo. Al final afrontas la vida como buenamente puedes o crees que es mejor, y sólo tú puedes hacerte responsable de lo que te sucede y tratar de encontrar una salida.
EliminarMuchas gracias por pasarte. Un saludo.