No entiendo porque vivimos así. A mi me gusta cocinar con calma, con paciencia, pero la realidad es que pocas veces lo hago. Al final me veo en la tesitura de escoger entre el resultado o el tiempo empleado, y fiel a los valores de esta sociedad que te incita a las prisas hago lo que se espera de mi, y la comida queda lista a las 2, y la cena a las 9, y un rosario de horarios que acompañan mi día ¡qué triste!. Mi vida es como una foto plastificada en la que se ve mi imagen, pero no soy yo, es un rol que sigo porque así lo hace todo el mundo y que siempre me deja ese regusto de insatisfacción.
Me gustaría vivir en un mundo sin relojes que nos marquen los pasos que damos todos los día de nuestra vida, seria simplemente maravilloso. No tener un reloj despertador que por las mañanas te saca de tus sueños a golpe de musiquita fastidiosa. No tener un día programado con horarios y objetivos que cumplir. Vivir el momento presente al máximo, sin miradas hacia atrás ni grandes metas por delante.
Hace un tiempo vi una película francesa muy loca que ahora me viene a la cabeza, El planeta libre. La descargué de internet y por alguna razón después de verla decidí grabarla en un pincho. Película excéntrica pero interesante que creo que volveré a ver.
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