El caso Bárcenas es un huracán que se ha instalado en nuestra geografía política y probablemente nos acompañara durante bastante tiempo. Estamos asistiendo indignados aunque no sorprendidos, al bochornoso espectáculo de una trama que ya no es posible esconder. Pese a quien le pese, se ha descubierto la punta del iceberg de la corrupción de nuestros políticos.
La magnitud del escándalo es tal que no hay palabras, por muy estudiadas y eruditas que se busquen, que contradigan los hechos. Normalmente los mayores escándalos de los gobiernos suelen aparecer a partir de la segunda legislatura, pero vivimos unos tiempos en los que la corrupción es tan galopante que a poco más de una año del nuevo gobierno estamos hastiados de tanta desvergüenza.
La única buena noticia sobre lo que está sucediendo es que el ciudadano cuenta con un arma poderosa para hacer oír su opinión: internet. Y prueba de ello es que en estos días cientos de miles de ciudadanos hemos firmado la petición de Pablo Gallego solicitando la dimisión de la cúpula del actual gobierno, petición que recibió más de 200 mil firmas en las doce primeras horas.
No estamos tan solos o aislados como para no hacer nada para dar un vuelco a la situación actual. El sentimiento de indignación que nos invade puede ser el motor del cambio. Hay varios grupos que ganan adeptos día a día a través de las peticiones por internet, Avaaz.org o Change.org son dos bastante populares.
Disponemos además de la posibilidad de publicar en la red nuestras opiniones y comentarios, descargando de alguna forma nuestro inconformismo ante tanto abuso. Quedarnos pasivos alimentando el dolor de estomago no creo que sea la mejor opción. Si se quiere una realidad diferente hay que luchar por ella, no nos queda otra.
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