Vivimos en un mundo muy competitivo, en el que las equivocaciones se consideran algo terrible y en donde el perdón o las segundas oportunidades no se conceden con facilidad. Si alguien nos ofende tenemos dos opciones, pedirle explicaciones y tratar de ver si hay solución, o cortar por lo sano y eliminar (en lo posible) al ofensor/a de nuestra vida.
Personalmente, soy bastante curiosa y me quedo con la primera opción, en algunos casos puede ser una pérdida de tiempo, pero he aprendido que el orgullo nubla la razón y los misterios están bien en los libros y en las pelis, pero en la vida real me gusta entender el porqué de las cosas.
Se supone que las personas no cambian y tal vez conceder segundas oportunidades se vea como un síntoma de debilidad, una generosidad innecesaria, pero tal vez sea más cobarde desentenderse y hacer borrón y cuenta nueva que enfrentar la situación. Hace tiempo que he llegado a la conclusión de que buscamos con obsesión un mundo perfecto, en el que los defectos no tienen cabida: una casa perfecta, coche perfecto, amigos perfectos ... es de locos.
El poeta británico Alexander Pope hizo famosa la cita:
"Errar es humano, perdonar es divino y rectificar es de sabios"
Creo que si algo bueno empieza a fallar, antes de despacharlo, es mejor preguntarse el porqué, puede que pedir explicaciones y pararnos a reflexionar un poco nos aclare las ideas, y si no hay respuestas es que igual no era tan bueno como creíamos. Vivir y aprender, en eso estamos.
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